Esta masía tradicional catalana representa la supervivencia de la arquitectura vernácula dentro del gran proyecto modernizador de Montjuïc. Durante la Exposición, quedó integrada en el paisaje naturalista del jardín y adoptó un papel complementario como testigo vivo del mundo rural.
De tipología basilical, con cubierta a dos aguas y muros de piedra y ladrillo, presenta una estructura sencilla pero funcional. Actualmente, acoge actividades vinculadas a la agricultura tradicional y la educación ambiental. Sus interiores conservan elementos originales como vigas de madera, suelos de azulejos y espacios adaptados a usos agrícolas, que conectan pasado y presente de forma tangible.